Sabansha sollozó como un niño pequeño. Sabansha era mi juguete sexual. Al día siguiente, la invitación había hecho que mi coño se animara y aproveché la oportunidad de divertirme. Hacía tanto calor que me agarraba las caderas, me empujaba a mi habitación y me abrazaba fuerte mientras yo me la follaba. No era raro que me corrigiera dos o tres veces en una mañana y estaba acostumbrado a eso. Pronto, Sabansha me rogó que me corriera tanto que me pidió que le sacara un diente y cuando le dije que no podía, sollozó y me rogó de nuevo que le dejara sus colmillos para morderme e intentar que me corriera. Sabía que eso era imposible, pero no me importaba. Me pidió que la dejara levantarse de la cama y prepararse y vi como Sabansha se dirigía al baño. Sabía que Sabansha se iba a desnudar y a follar su coño duro y rápido y lo tomé como una oportunidad para mirar su dulce coño. No podía creer lo apretado y húmedo que estaba y me hacía cosquillas en la polla mientras me inclinaba para escuchar cómo se abría la puerta del baño. Sabía que Sabansha estaba orinando. Entré al baño y vi que Sabansha estaba desnuda de cintura para abajo, jugando con su coño...