A Olyalya le encantaba echarme su semen también. Después de que la rociara de orgasmo en orgasmo, ambos nos calmamos. Luego continuamos desnudándonos, y Olyalya llamó a una de sus amigas para que nos acompañara al restaurante. Pasé la noche con sus amigos, ya que todos parecían divertirse mucho cuando hacíamos ejercicio juntos. Me excitaba mucho el hecho de que esta chica pudiera rendir más que yo. Olyalya es el tipo de chica con la que fantaseaba una vez cada tres días, y sentí que me había reencarnado. Cuando volvimos a casa Olyalya terminó mojándose con toda la emoción del ejercicio y se tocaba como si estuviera disfrutando. Me tocó hacer el amor con ella esa noche. La obra que habíamos planeado se complementó con el placer del coito. Una vez más, tuve que abrazarla fuerte y sacarla de la cama y ponerla en mis brazos. Le agarré la parte delantera de las bragas, y mientras empezábamos a frotarnos, oímos música y bailes y gemidos. De repente mi corazón se aceleró. Supe que era el momento de eyacular cuando su coño empezó a calentarse y a mojarse y la sensación se produjo al mismo tiempo que el temblor y el ardor de mi polla en su coño...