La hermana Klab había dicho que la escuela estaba simplemente construyendo una casa de conocimiento, y cada día que había doscientas y media niñas en la escuela, estarían usando diferentes herramientas para tratar de llegar al corazón del conocimiento. La última característica de la escuela, que todas las chicas conocían, era la clase de cocina. Los pasillos eran tan grandes que no cabían todas las chicas en ellos. Debido a eso, la clase de cocina fue antes de la clase de cocina. Una vez al día, había una clase de cocina para la clase, con la clase usando las herramientas de sus habitaciones para cortar patatas y pan, y también servir sándwiches a toda la clase. Les daban pequeñas botellas de una sopa especial, que podían usar para dar sabor a la comida que estaban haciendo. Una semana después de eso, la clase dio otra lección, y se les permitió usar las mismas herramientas para preparar un poco de fondue de chocolate. El resultado fue que todas las chicas dieron un buen repaso, y cada vez que una de ellas se acercaba a su escritorio, la hermana Klab recibía un regalo. El regalo más popular era "el olor a heno". Después de que las chicas terminaban de comer y guardar toda la comida, llevaban todo a sus habitaciones y esperaban. "Oh, hola chicos. ¿Adivinen qué pasó hoy? Un poco más de cincuenta chicas entraron aquí. ¡Y todas se encerraron en la cocina! Puedo decir la forma en que se sonríen unas a otras, pero son tan tímidas...