Sandrami lloró y se retorció, su fiebre subió y bajó en sincronía con mi corazón palpitante. El brillo de los ojos de mi madre se ensanchó cuando Sandrami se dio cuenta de la sangre en mis brazos y sus ojos se abrieron de par en par por el miedo. Cuando sus ojos se cerraron y Sandrami soltó unos cuantos suspiros de dolor, empujé mis hebras espinosas entre sus pechos hinchados. Tiré de la carne ruborizada y dejé que descendiera hasta la curva de su estómago. Cuando bajé mis dedos hasta donde se unía a su bajo vientre, descubrí que el arbusto había explotado en mis manos, goteando en el suelo. "¡Qué mierda!" Grité, luchando por cubrir mis manos sucias. Al igual que antes, una voz ronca me susurró al oído. Mi clítoris palpitaba de excitación y mi estómago se tambaleaba, empujando a mi madre etérea debajo de mí. Lloraba más fuerte cuando llegó Sandrami, lo que me hizo gemir de alegría. Agarré a la chica empalada por los tobillos y empecé a tirar de ella hacia mí, tirando de ella hasta que Sandrami fue presionado contra el lado de la piscina. Esto causó que su pecho se presionara contra el borde de la piscina, exponiendo su vientre y pezones a mi mirada lasciva. Cuando los pechos hinchados de la chica presionaron contra mi barbilla expuesta, sentí una espesa corrida y sus jugos gotearon por mi mejilla...