Ella lo sabía, Ooh Sweet lo sabía desde que sintió la cabeza de su polla retorcerse contra su piel oscura antes y después de que ella lo encendió y con ese pensamiento, sintió que todo su ser dibujaba su semilla. Sus muslos se tensaron y un fuerte gemido se escapó de su garganta cuando él comenzó a bombear hacia ella. Ooh Sweet se iba a correr otra vez, iba a eyacular otra vez, de hecho, se iba a correr una y otra vez y otra vez, se correría y correría y correría por toda su gruesa polla, él le daría su semilla, y ella llenaría su polla hinchada con su semilla y la echaría a chorros en su gruesa barra de carne. Todo su cuerpo temblaba con anticipación. Su cuerpo había estado en tal estado de caos que después de sólo veinte segundos de pensarlo, sus bolas estaban tan llenas de esperma de gallo que sentían que iban a estallar. Sus muslos temblaban, su coño y su clítoris eran sensibles al ser sujetados a su polla como dos enormes pinzas. La estaba llevando al borde de otro orgasmo y Ooh Sweet sabía que no podía durar mucho más, pero sentía que era su deber correrse, sin importar cómo se sintiera...