Kristenwylde gime como yo, y me doy cuenta de que quiere que la deje para siempre y para hacerla sentir así de bien, así que me dirijo a su interior y le subo la lengua por la columna, siguiendo esa línea hasta que me rozo las tetas. Siento el peso familiar de esos enormes montículos rojos, y quiero tocarlos, por alguna razón. Son tan suaves y gordos. Un poco de sabor es suficiente para ser inmensamente satisfactorio, así que empujo mi lengua tan adentro de ella como puedo, y mientras lo hago me doy cuenta de que ella mantiene una de ellas ahí, suspendida a pocos centímetros del suelo. Mi lengua da vueltas a su alrededor, y creo que veo el contorno de su pequeño agujero creciendo en mi visión, y sonrío; sé que estoy a punto de estar dentro de ella. Kristenwylde no dice nada, sólo deja escapar otro gemido, y esta vez escucho el sonido de mi propia humedad, y sale de mí. Admitiré que la sensación de estar dentro de ella es incluso mejor que tenerla en mi lengua. Ella es tan cálida, y hay ese delicioso sonido de mi propia humedad, y con una voz ronca grito "Tu coño se está mojando". Puedo sentirlo...