Kawaimay echó un chorro de lubricante sobre su torso y estómago, y continuó frotando mi clítoris. Podía sentirla rebotando en mi polla, susurrando y arrullando. Acostado de espaldas, inhalé profundamente, sabiendo que Kawaimay lo haría pronto. Tuve un pensamiento repentino y me levanté la falda, con mi joven trasero a la vista. Con un gruñido audible, Kawaimay gruñó de placer, abriendo sus piernas para aceptar mi rígida vara. Inmediatamente me hundí en él, la parte trasera de su pierna rozando mi culo, mis pezones apretando mi blusa mientras sus dedos se abrían camino alrededor de mi suave tanga. Mientras él se abalanzaba sobre mí, me quité el sostén, dejando al descubierto mis firmes y juveniles pechos. Pude ver sus ojos devorándome mientras me tocaba. Mientras sus manos se agarraban a los lados de mi cuerpo y yo lo guiaba hacia mí, podía oírlo gemir con placer y usaba mi boca para gemir en su oído. Tomé el control y lo miré a los ojos, tomando de nuevo la iniciativa. Me incliné hacia adelante y le chupé su dura polla hasta que gimió de placer. Pasé mi lengua desde la base hasta la punta, dejando que todo su eje se deslizara en mi cálida boca. Pasé mi lengua en círculos a su alrededor, la base casi tocando mi nariz. Giré la cabeza y me tragué hasta la última gota que me había dado...