Hottalina hizo un rugido gutural que resonó en la habitación y luego tiró el tapón del culo en el recto de la niña. El animal se lamentó del dolor, pero siguió extendiéndose, balanceándose y golpeando a Hottalina en los bordes. "Esta es tu última oportunidad", susurró Hottalina con una voz calmada pero autoritaria. Hottalina levantó un cigarrillo y se encendió, arrojando cenizas al tanque. Con la polla de Amber entrelazada en su garganta, a Kashton le costó trabajo tragársela. "Ahora Kash, esperarás, y sufrirás. Recordarás tu castigo. "Estamos listos", ofreció Hottalina y el Gran Jefe sonrió. Se preguntaba cómo Hottalina podía ser tan tranquilo y dominante cuando su hermana lo llenaba con algo tan sucio. A pesar de estar limpio, sintió que las mayores gotas de vino embadurnado le subían por la espalda y los hombros. Descalzo y atado, Kashton no tuvo más remedio que volver a enamorarse de la criatura Hellhound. Ni siquiera la idea de ser alimentado a un animal fue suficiente para que pensara en abandonar la vil experiencia que estaba disfrutando. Su coño estaba empapado de excitación y agonía. Cada cosquilleo y puñalada del monstruo penetraba en su mente desde todas las direcciones y lo ponía en un estado de felicidad sexual. Estaba extasiado. Ya no podía soportarlo más. El canibalismo había sido un gran tabú entre los orcos, pero eran inteligentes. Justo cuando se divertía, la bestia empezó a gemir. Hottalina y Kashton sonrieron con sus sombrías sonrisas. El demonio estaba en su mejor momento, ansioso de amar el sabor de la carne...