Aynakio entonces se inclinó, me susurró dulces cosas en el oído para ayudarme a dormir y yo estaba otra vez tan caliente como había estado en la tierra. Estaba tendido en el suelo con los pies abiertos y la veía meterme las manos en el pelo, acariciándome los lóbulos de las orejas. Sin apartar la vista de ella, Aynakio me levantó las piernas y luego me llevó lentamente a su boca. Fue lento y deliberado, pero no luché, mis piernas estaban dispuestas y estaba caliente. Aynakio finalmente me llevó a mi primer orgasmo, haciéndome vomitar en su garganta y tragando los últimos chorros de jismas y semen que había logrado resistir. Una vez abajo, Aynakio limpió el suelo y me empujó a la espalda, quitándose los zapatos a patadas, dejando al descubierto las medias de seda blanca que llevaba, cortadas a la medida correcta y luego coladas con seda desde la parte superior hasta el talón. Ella se sentó a horcajadas, moviendo el culo mientras Aynakio lo movía sobre mi polla, lamiéndose los labios mientras me miraba a los ojos. "Por mucho que me tengas miedo, caerás a mis pies y en mis brazos y enterraré mi cara en tu pecho y me dejarás follarte los sesos y te encantará. Porque, me amas. Así que, aquí estoy. "Ella sonrió mientras Aynakio me sostenía, primero me besó el cuello y luego sus labios se encontraron con mi mejilla, parando cuando tocó mis labios con sus dientes y continuó besando. Un simple y dulce beso...