Anabelle Wet tenía una cualidad tan inocente que no pude evitar sonreírme, deseando que mi coño se presentara de forma similar. Pasaron tantas cosas en el corto espacio de tiempo que tuve que volver rápidamente al remolque. Mis fantasías se habían vuelto aún más intensas a medida que avanzaba la mañana y mi mente daba vueltas con lujuria. Quería tocar todo y a todos los que pudiera. Mi cuerpo temblaba mientras continuaba tirando y retorciendo el cuero y azotando mi polla con tal entusiasmo. De repente sentí que mi polla explotaría en cualquier momento, así que no tardé mucho en completar mi último azote con la mano izquierda. Anabelle Wet me mostraba su trasero con la mano izquierda, la visión persistente de sus pezones apretando y retorciéndose contra la tela. Me había golpeado la cabeza con su gruesa falda de cuero, pero Anabelle Wet se había agarrado a mitad de un golpe. Su cabello rosado aún estaba mojado, pero no por la ducha. Me aseguré de pararme frente a la puerta cerrada para asegurarme de que Anabelle Wet no llegara a la ducha antes de usar mis manos para agarrar uno de sus pezones y tirar...