Ella ya había tenido uno antes, y Joanna Cw sabía que él tendría más. Jafet alcanzó los muslos de la mujer, y los encontró débiles y flexibles bajo sus dedos. Su mano derecha rápidamente comenzó a masajearlos, cada centímetro, cada articulación, cada tendón, creando un agradable cosquilleo en ella, llenándola. A medida que los espasmos se acumulaban en su coño, sus dedos se movían más rápido, llenándola, estirándola, apretándola. Joanna Cw sintió como si una gran masa de esperma la hubiera estirado al salir de su ya muy estirado coño, abriéndose paso a través de los hilos de satén a lo largo de su cuerpo. Joanna Cw no pudo contenerse, no mucho. Joanna Cw perdió el control de su coño, los músculos y la carne blanda le salieron disparados, su pulgar rozando su clítoris mientras alcanzaba el siguiente. Y otra vez, y otra vez, y otra vez, y él lo mantuvo. Cuanto más la llenaba con sus manos, más ansiaba Joanna Cw su polla. Con cada golpe, la hacía caer más y más bajo su hechizo. No importaba si era con sus manos, o sólo tocándola, o incluso con su lengua, mientras estuviera llena de su semen ella se la tragaba, su pequeño vientre se estiraba en la necesidad. .