Aiumy arqueó su espalda y gimió, todo su cuerpo tenso mientras barría sus dedos de arriba a abajo por sus ya endurecidos pezones. Ella arqueó su columna y chirrió cuando él cambió a un pezón directamente sobre su pezón, su labio superior tembló cuando descubrió que Aiumy sólo podía arquear su espalda hasta cierto punto. Le dio una bofetada momentánea para que dejara de llorar, pero la chica no tuvo que ser avisada dos veces. No fue el calor y el placer lo que le causó el clímax, sino la excitación de ser tocada por su guardián, que cada vez era más consciente de su conexión con la mujer que había salvado. Sus delicados dedos estaban agarrando sus pezones mientras pellizcaba su tierna carne con su otra mano, presionando suavemente los lados de sus pechos. Ella quería desesperadamente poder moverse de nuevo, alejarse de él y de sus fuertes brazos, pero para ello Aiumy tenía que ofrecerse a él, para ser totalmente honesta. Lo que ella había sentido hoy no era nada comparado con el dolor que él le había infligido. Se separó por un momento, pero Aiumy estaba tan excitada que le llevó un momento recuperarse. "Debería limpiarme y vestirme, está oscuro", dijo, inclinándose para susurrarle al oído...